@JoseMariaCamara
No recuerdo la última vez que pisé este suelo abonado diariamente; no recuerdo nada de la última vez. Solo recuerdo que te acuné entre mis brazos y te introduje en tú morada eterna. No recuerdo la última vez, ¿o sí? Para que engañarnos, si la recuerdo; estaba entero como el enfermo al que le diagnostican una enfermedad innombrable. Sin embargo, esta última vez me rompí, tan solo pude abrir la puerta y leer una frase: TE QUIERO, ABUELA. Mi rostro fue mar, fue mar como el del enfermo al que, sin esperarlo, le dicen que ya no hay rastro de la enfermedad maldita. ¡Qué momento! ¿Verdad, Juan?
Aparqué mi coche y de nuevo volví a cruzar el arco del olvido, de la amargura y de la eterna espera. Debo reconocerles que no sabía si iba a ser capaz de afrontarlo. 9 meses sin el brillo de mis días y el platito de arroz ardiendo de cada mediodía. Sin embargo, había que pasar por ese mal trago, total, se acerca el Día de todos los Santos y, aunque mi Juana escupía odio contra las flores y las visitas al cementerio, allá que me fui a contradecirla, como otras tantas veces. Abrí la puerta, la miré a los ojos y el resto se queda para ella y para mí.
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